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Top 15: Insultos entre escritores



A la Woolf no le gustó la obra maestra de James Joyce, Ulises; a Mark Twain le disgustaba profundamente lo que escribía Jane Austen, Valle Inclán se dormía al intentar leer a Gorostiza. Los escritores, como cualquier persona, también se malmiran frecuentemente unos a otros. En gustos se rompen géneros, y el chisme es también un género menor de la literatura. Te presentamos 15 de los mejores y más lapidarios insultos literarios que hemos encontrado.

Mark Twain sobre Jane Austen

Cada vez que leo Orgullo y prejuicio me entran ganas de desenterrarla y golpearle en el cráneo con su propia tibia.

J.M. Coetzee sobre Sándor Márai

Su concepción de la forma novelesca era anticuada, su concepción del potencial de la novela era limitada, y sus logros en ese medio fueron, en consecuencia, escasos.

David Huerta sobre Bukowski (y sobre su séquito de fans)

Para entrar en materia, haré una pregunta sencilla: ¿cuál es el sueño de todo adolescente, aparte de conseguirse un automóvil? Levantarse tarde, no hacer la cama, beber con los amigotes, desvelarse con todo descaro, apostar y jugar, ir al billar o al hipódromo a arriesgar un dinero de preferencia mal habido. Todo lo que no tenga que ver con esto es “pequeñoburgués”, “fresa”, “exquisito” y la sarta de adjetivos dizque infamantes que quiera proponer el curioso lector. Ahí está la clave del éxito enorme de Bukowski: sus libros son la expresión de un sueño adolescente cumplido en todo su esplendor.

Flaubert sobre George Sand

Una gran vaca rellena de tinta.

Borges sobre el Ulises de Joyce

Creo que “Ulises” es un fracaso. Cuando se ha leído lo suficiente se saben miles y miles de circunstancias sobre los personajes, pero no se los conoce. Y pensar en los personajes de Joyce no es lo mismo que pensar en los de Stevenson o Dickens, porque en el caso de un personaje, en un libro de Stevenson, por ejemplo, un hombre puede que sólo esté presente en una página, pero se siente que uno lo conoce o que hay más de él por conocer. En “Ulises” se cuentan miles de circunstancias sobre los personajes: que han ido dos veces al lavabo, los libros que leen, sus posturas exactas cuando están sentados o de pie, pero, realmente, no se los conoce. Es como si Joyce hubiera pasado por ellos con un microscopio o una lupa.

Virginia Woolf sobre el Ulises de Joyce

Ulises es el trabajo de un despistado preparatoriano rascándose los barros.

Joseph Conrad sobre D.H. Lawrence

Una porquería. Nada más que obscenidades.

Evelyn Waugh sobre Proust

Creo que era un retrasado mental.

Lawrence Durrell sobre Henry James

Si tuviera que elegir entre leer a Henry James y que apretaran mi cabeza entre dos piedras, elegiría lo segundo.

Elias Canetti sobre Bertolt Brecht

Tan grande era mi aversión por su persona que cuando nos encontrábamos no le decía una palabra sobre sus poemas. Al verlo, pero muy especialmente al oírlo pronunciar sus frases, me invadía una sensación de ira que me guardaba bien de exteriorizar, no menos que mi entusiasmo por el Devocionario del hogar.

Bukowski sobre Shakespeare

Shakespeare es ilegible y está sobrevalorado. Pero la gente no quiere escuchar esto. Uno no puede atacar templos. Ha sido fijado a lo largo de los siglos. Uno puede decir que tal es un pésimo actor, pero no puede decir que Shakespeare es mierda. Cuando algo dura mucho tiempo, los snobs empiezan a aferrarse a él, como ventosas.

Bolaño sobre Neruda

A mí Neruda me gusta bastante, tal como lo digo en ese cuentito. Un gran poeta americano. Muy equivocado, por otra parte, claro, como casi todos los poetas. No era el sucesor de Whitman, en muchos de sus poemas, en la estructura de esos poemas, sólo podemos ver ahora a un plagiario de Whitman. Pero la literatura es así, es una selva un poco pesadillesca en donde la gran mayoría, la inmensa mayoría de escritores son plagiarios.

Wilde sobre G.B. Shaw

No tiene ningún enemigo en este mundo, y ninguno de sus amigos lo quiere.

Charlotte Brontë sobre Jane Austen

No altera al lector con nada vehemente ni lo molesta con nada profundo: las pasiones le son perfectamente desconocidas.

Cyril Connolly sobre Orwell

No podía sonarse la nariz sin tener que moralizar sobre la industria del pañuelo.


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